El mito del amor romántico

 ¡Hola Meninas y Meninos! ¿Qué tal estáis?.

 Esta semana me gustaría hablaros de algo que ocupa un lugar muy importante en nuestras vidas, las relaciones, y concretamente, las relaciones de pareja.

 Actualmente el concepto del amor romántico está bastante presente en la etapa adolescente, por eso, es necesario que se aclaren mitos que tanto perjudican e intoxican. En este sentido, hay que tener en cuenta las primeras experiencias amorosas, ya que son fundamentales para el desarrollo de relaciones futuras.

 ¿Qué entendemos por el concepto del amor romántico?.

                                                                      Imagen: Pixabay 

 En nuestra cultura occidental, se define como una construcción cultural y social, un mito que se consolidó durante el S. XIX y se expandió por todo el planeta. Hoy en día, es un fenómeno universal, que gira en torno a la idea de la unión de dos personas y que constituye un gran negocio para una industria centrada en las parejas y en sus creaciones de nidos.

 Esto genera una relación compleja entre nuestra imaginación,(lo que queremos que sea), y los productos culturales que están en nuestro día día y que consumimos: series, cuentos, películas...

 Todos estos relatos están plagados de roles de género, en los que las mujeres aparecen como sumisas y subordinadas, esperando a su príncipe azul, un chico valiente y masculino, que viene a rescatarlas.

 Este componente cultural, es el causante de que se desarrollen las creencias e imágenes idealizadas en torno al amor, y esto dificulta en numerosas ocasiones el establecimiento de relaciones sanas y provoca aceptación, normalización, justificación y tolerancia de comportamientos abusivos o inofensivos. Este ideal romántico, nos ofrece un modelo de conducta amorosa que estipula lo que debe ser amor, los sentimientos que tenemos que experimentar, cómo y a quién van dirigidos.

 Muchas de las relaciones, se construyen en base a este concepto del amor romántico y esto nos ha llegado a crear diversas necesidades, entre las que se encuentra la búsqueda de la pareja, como si no existiese la posibilidad de vivir sin ella de una manera plena.

 El romanticismo de nuestra cultura es patriarcal porque está basado en la propiedad privada, en la mitificación de la pareja feliz, en la monogamia obligatoria y en la sumisión de las mujeres a los hombres. Así pues, no es de extrañar que haya mucha gente que no quiera seguir los mandatos de nuestra cultura amorosa y construya relaciones alejadas de esa alucinación romántica y de estos mandatos.

 Amar sin construir un vínculo romántico, tiene muchas ventajas: en primer lugar, los amantes pueden unirse en total libertad porque no sienten la necesidad de ser amadas en exclusiva, ni utilizan el amor como un medio para alcanzar la felicidad o para solucionar sus problemas. Poder amar libres, es salir de ese círculo vicioso de ilusión-decepción en el que vivimos, porque amar sin mitificar, supone querer a la gente tal y como es, sin idealizarla, sin obligarla a que cambie a nuestro modelo de príncipe azul.

 Amar sin romanticismos permite construir la pareja desde la honestidad, cuando queremos estamos juntos y cuando no queramos compartir más, nos separamos. Este tipo de amor, significa formar un equipo para sobrevivir frente al mundo desde la empatía y la solidaridad.

 El romanticismo nos lleva a relaciones interesadas, porque nos hacen creer que los hombres necesitan a alguien que les cuide y las mujeres a alguien que les ofrezca protección. Y esta es la gran trampa romántica, porque la realidad es que la dependencia económica nos lleva a la dependencia emocional, y de alguna manera nos esclavizamos a las relaciones como un medio para subsistir y ayudarnos a pagar facturas. 

 Por eso, cuando construimos relaciones sin romanticismo y en condiciones de igualdad, las mujeres podemos relacionarnos sin intereses, ni miedos, ni necesidades, y es cuando podemos amar en libertad, ya que desde la autonomía es mucho más fácil construir relaciones igualitarias y sanas.

 Es hora de atreverse a romper con este mito romántico y explorar otras formas de relacionarnos más allá del modelo idealizado que nos venden las películas y las novelas. Hay que sacar a la luz, todas las formas de quererse que existen, reivindicar nuestro derecho a construir las relaciones como queramos y abrir nuestras mentes y corazones a todo tipo de formas que estén basadas en el placer, el disfrute, la solidaridad, el apoyo mutuo y la alegría de vivir.

 ¿Qué pensáis? ¿Creéis que estoy equivocada?.