La España vaciada

 ¡Hola Meninas y Meninos!

 ¿Qué significa la España vaciada? En primer lugar, unos territorios con muy bajas densidades de población, tan bajas, que gran parte del territorio nacional está compuesto por desiertos demográficos. Esta baja densidad de población significa para los habitantes que aún viven en estos municipios varias cosas: distancia y lejanía, aislamiento y soledad, lo que se traduce en peores condiciones de vida, tanto más, cuanto que esa población residual es una población envejecida.

 En segundo lugar, la España vaciada significa numerosos núcleos de población abandonados o con escasísima población, en peligro de quedar sin gente a corto plazo por la falta de reemplazo poblacional que sustituya a las bajas por muerte o emigración. La pérdida de población hasta niveles críticos significa la pérdida de servicios y equipamientos, lo que agrava la situación. Significa también la carencia de un tejido social mínimo que permita la sostenibilidad de estos núcleos. Ambos procesos son otros tantos factores de expulsión de población, de abandono.



Fuente: elconfidencial.com. Imagen: EFE

 En el contexto europeo, España es un país poco poblado. La comparación con los países del continente sitúa la densidad de la población española en torno a tres cuartas partes de la de Francia, pero por debajo de la mitad de Italia o Alemania, y, solo en una tercera parte de la de Reino Unido. Por lo que no es de extrañar que algunas de las provincias del interior del país se encuentren entre las menos pobladas de Europa.

 En España, el ámbito rural está formado por pequeños municipios despoblados, envejecidos y empobrecidos, que si bien, están geográficamente alejados de las capitales de provincia, no lo están tanto de localidades de tamaño intermedio, y con las que establecen contactos frecuentes para resolver necesidades básicas como la atención sanitaria, la gestión financiera, la educación o la compra de alimentos. 

 Desde 1900 la población española se ha multiplicado por 2,5, al pasar de 18,6 millones de habitantes a más de 47 millones, y sin embargo, la distribución territorial de este crecimiento no ha sido homogénea.

 Un total de 23 provincias, ha perdido alrededor de la mitad de su peso demográfico, económico y laboral en España, en los últimos 70 años.

 Si se excluyen las capitales de provincia y las ciudades de más de 50.000 habitantes, estas 23 provincias, que formarían la España despoblada, serían las 9 de Castilla y León, las 3 de Aragón, 4 de Castilla la Mancha (Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Guadalajara), las dos de Extremadura, dos gallegas (Lugo y Ourense), otras tantas andaluzas (Córdoba y Jaén) y la Rioja.

 En conjunto, las 23 provincias albergaban en 1950 el 34,1% de la población española (incluyendo capitales y ciudades de más de 50.000 habitantes), generaban el 26,7% del valor añadido bruto (VAB) y el 33,5 del empleo total; mientras que en la actualidad, acogen el 18,1% de la población, producen el 16,1% del VAB y aportan el 17% del empleo.

 Las provincias que han padecido la despoblación con mayor intensidad son también las que tienen mayores tasas de envejecimiento; cerca de 10 puntos porcentuales por encima de la media nacional en términos de población mayores de 65 años, y menos población joven, entre 7 y 9 puntos por debajo del 21% que es el promedio del país.

 Según el Informe de Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros), existen hasta tres grupos de provincias que caracterizan las diferencias demográficas y económicas dentro de la "España despoblada". "Una España despoblada que decrece", una "España despoblada que se estanca" y una "España despoblada que remonta".



Fuente: Informe: "La despoblación de la España Interior"

 La mecanización de la agricultura, la industrialización y la urbanización, provocaron a partir del decenio de los cincuenta movimientos migratorios de gran intensidad entre territorios, desde las zonas rurales a las grandes ciudades. La pérdida de población se concentró principalmente entre jóvenes y en general entre las personas en edad de trabajar, lo que acarreó un envejecimiento de la pirámide demográfica de los que permanecieron, y a la larga, un crecimiento vegetativo negativo. Así sucedió prácticamente en toda la España interior: Castilla y León, Aragón, Castilla la Mancha, Extremadura, La Rioja, la Galicia interior y parte de la Andalucía oriental.

 Si bien, fueron los municipios pequeños los que sufrieron con mayor intensidad el proceso de la despoblación, este también afectó a municipios medianos e incluso grandes. 

 Según el INE, existen en España 1.800 pueblos con un único habitante censado, y que penden de un hilo para llegar al abandono total; son fundamentalmente, pueblos, pedanías, parroquias y diseminados y se encuentran sobre todo en el norte de España, principalmente en Galicia y Asturias.

 El medio rural ha perdido comercios locales, y la población que permanece en estos territorios no siempre cuenta con trasporte público o privado para hacer frente a la escasez de comercios. Pero esta población rural, tiene estrategias de aprovisionamiento ancladas culturalmente, consumidores involucrados en la gestión de su propia alimentación a través del conocimiento del cultivo de alimentos y de la conservación de productos, y unas redes de contactos locales activas, entre vecinos próximos y familiares residentes en otras localidades. A esto hay que añadir una distribución alimentaria que está dando soluciones de abastecimiento a la población rural con escasa movilidad, a través de rutas de reparto periódicas o con servicios a domicilio privados. Estas prácticas expresan asimismo la existencia de una comunidad rural resiliente ante los problemas, y en la que toman importancia los vínculos personales, patriarcales y la extensión de vínculos hacia los no residentes para intentar construir redes de contactos que faciliten el aprovisionamiento de alimentos. (Informe: "La despoblación de la España interior", editado por Funcas, 2021). 

 Ya hace mucho tiempo que los/las jóvenes no quieren heredar el trabajo del mundo rural, la gente no quiere vivir en zonas aisladas, donde no hay escuelas, los niños/as tienen que desplazarse a otros pueblos para poder acceder a la enseñanza; tampoco hay médicos/as, éstos, la mayoría de las veces, tienen que pasar consulta en hasta diez municipios. Esto hace que los más jóvenes emigren a ciudades más grandes donde tengan más oportunidades de trabajo y acceso a los servicios más imprescindibles. 

 Entre las consecuencias de la despoblación en las zonas rurales se encuentra la dificultad para acceder a internet, a pesar de ser España un país puntero en infraestructuras de telecomunicaciones. En la España vaciada existen 13 millones de personas afectadas por la brecha digital. No se puede implementar ningún tipo de actividad económica sin poder conectarte a internet o hablar por teléfono.

 La movilidad se centra en los/las jóvenes, de ahí que el flujo de la población esté estrechamente relacionado con el envejecimiento de las regiones. Todas estas regiones envejecidas sufrirán la última fase de la transformación demográfica en las próximas décadas. A medida que los mayores van muriendo, los pueblos del interior en los que apenas quedaban habitantes nacidos antes del éxodo rural, se vaciarán por completo. Este es su destino, salvo que, un cambio de políticas o hábitos de trabajo, logre revertir la tendencia.



Webgrafía:

https://www.funcas.es/wp-content/uploads/2021/02/La-despoblacion-de-la-Espa%C3%B1a-interior.pdf





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